martes, 15 de marzo de 2011

Dhak'ran el penitente: Trasfondo

Ya hace un par de años, cuando comencé a hacer Demonios en fantasy decidí hacerme un príncipe demonio que se identifique con cada una de las 4 deidades del caos, aunque en término de reglas serían utilizados com grandes demonios, ya que de momento me niego a comprarme ningún gran demonio de GWS. De momento tengo hechos y a medio pintar el príncipe demonio de Khorne y Tzeench, está casi terminada la princesa de Slaneesh y aún tengo que decidir quien será el elegido de Nurgle.
Por aquel entonces escribí un trasfondo para el Príncipe demonio de Khorne. No esta tan bien escrito como el trasfondo de los elfos oscuros de Silvertongue, de hecho me atrevo a decir que en ocasiones será un poco pesado, pero iré poniendo poco a poco la historia.



Geistschwäche Von willebrand:


Amaneció lloviendo en el pueblo de Heildenburg. Una niebla espesa envolvía por completo toda la muralla de piedra. Ya hacía una hora que la ciudad bullía vida, si es que en algún momento de la noche había cesado. Los vendedores abrían sus tiendas, los ganaderos comenzaban su ardua tarea de dieciséis horas de trabajo y los pescaderos desaparecían en el horizonte, lejos de los ojos vidriosos de sus esposas. Una figura encapuchada y con una larga capa negra atravesó el portón de la muralla, su paso era firme y seguro. Cargaba en su mano izquierda una pequeña caja de mimbre. Algo se removía en su interior. Los guardias saludaron al conocido transeúnte, el cual hizo un ademán y prosiguió presto hacia su destino.
Atravesó la ciudad, esquivando con una habilidad asombrosa al gentío que saturaba las calles. Su mente sólo podía pensar en una cosa, la criatura que llevaba en el interior de aquella caja.
Llegó hasta la casa del gobernador, un pequeño palacete con todos los abalorios, ostentaciones y comodidades de las que carecía el resto de la población. El portador encapuchado irrumpió en la casa y se plantó delante de la mesa, en la cual toda la familia desayunaba con la máxima elegancia que permitía la época.

-          ¿sacerdote?- preguntó el gobernador.- quién demonios se cree que es.
-          El mensajero de Sigmar, así que haga el favor de no dejar volar sus pérfidas palabras con tanta soltura en mi presencia, úselas mejor para populacho.- este enmudeció y se hinchó de rabia.
El sacerdote se quitó la capa y mostró el paquete que portaba, lo dejó en el suelo y comenzó a destaparlo. El gobernador se removió inquieto en su silla. Fue entonces cuando un suave llanto inundó la sala. Los brazos del sacerdote se elevaron mostrando a los presentes un bebe, era pálido y de ojos verdosos. Los presentes observaron al pequeño, esperando alguna explicación del sacerdote.
Este contó la historia de cómo había encontrado al niño mientras recogía plantas medicinales por el bosque. El sacerdote impuso su deseo de quedarse con el pequeño. El gobernador quiso saber por qué tanto revuelo por un pobre niño abandonado y si quería quedárselo, él no iba a impedirlo. El sacerdote se dio la vuelta con el niño en brazos y se dirigió hacia la salida, pero antes se detuvo:
-          este niño tiene la marca de Sigmar en su piel, es un niño bendecido con un gran futuro y llegará a ser un dios entre los hombres. Tu único deber con el chico es asegurar su protección hasta que sea adiestrado en las artes de la guerra.
-          De acuerdo- afirmó el gobernador como hipnotizado por algún hechizo.- ¿Cómo debemos llamarlo?
-          Geistschwäche Von willebrand

El sacerdote salió de la casa sin despedirse. Tenía mucho que preparar. Por fin había recibido el regalo que tanto ansiaba.

El sacerdote Ulric preparó un catre en alguna habitación fría y oculta de la iglesia. Este sería el nuevo hogar del chico. El gobernador se encargo en los meses siguientes de que el niño se integrase en el pueblo como un niño más. Se introdujo su nombre subrepticiamente en el censo imperial y se le dio un pasado que no tenía. El pueblo entero se unió, como un solo ente, para proteger a quien creían era el enviado de Dios.
Cuando Geistschwäche creció, Ulric se encargó del entrenamiento y educación del chico. Versado en el arte de la guerra y considerado un sacerdote guerrero de alto nivel, era capaz de manejar cualquier arma con la misma soltura que el mejor de los capitanes del imperio. Las malas lenguas también decían de él, que era conocedor de oscuros hechizos.
Geistschwäche consideró siempre al clérigo como un padre y este aunque con cierta dureza y frialdad, siempre lo trato como si fuese su verdadero hijo. El chico pronto se convirtió en alguien muy querido por todos en el pueblo. Su belleza era evidente desde bien temprano, era simpático y amable y su tutor le había enseñado a trabajar duro. El pueblo entero estaba extasiado con el infante, desde su llegada todo parecía ir bien. Las cosechas eran más abundantes que nunca, hacía años que no se oía de incursiones de los orcos por los alrededores y los tributos al imperio habían descendido. El pueblo gozaba de una época de esplendor y paz.
Con catorce años Geistschwäche ya superaba en habilidad a su maestro. Hinchado de orgullo colocó su pie sobre el cuerpo derribado de su padre y lo amenazó con el filo de la espada en la garganta. Acto seguido el sacerdote afirmó que ya no tenía más que enseñarle. Mese después de aquello el joven se alisto en el ejercito imperial, deseaba poner en juego sus conocimientos, deseaba aprender más y deseaba ver mundo, a pesar de todo, el pueblo de Heildenburg siempre sería su hogar.
Las relaciones del Imperio con las razas colindantes habían alcanzado un punto de no retorno, las paz parecía resquebrajarse otra vez por todo el mundo, los vientos de la magia soplaban con fuerza y criaturas de pesadilla atacaban con fiereza los territorios humanos, elfos y enanos. Se acercaban malos tiempos y el Emperador mandó a sus heraldos para reunir de nuevo a todo su ejercito.

Grandes batallas sucedieron en aquella época. Los altos elfos defendieron con su vida y su alta magia los monolitos que mantenían a los demonios en otro plano de la realidad. Los enanos luchaban por defender sus casas escavadas en la fría roca de los skaven y los pieles verdes. Y los inmensos ejércitos del imperio junto con los ágiles caballeros de Bretonia hacían retroceder a los ejércitos del Caos.
La primera batalla en la que participó  Geistschwäche, se encontraba en los lindes del Imperio, junto a las tierras oscuras del sureste. Allí una horda de orcos, espoleados por Inmortales del Caos, hacía sonar sus tambores, rugían y aplastaban los cráneos de sus caídos con sus enormes patas. Geistschwäche formaba parte de un destacamento de espaderos en uno de los flancos del ejército. A su alrededor, podía oler el miedo en el sudor de sus compañeros, los nervios hacían que muchos de sus compañeros tirasen las armas al suelo y escaparan corriendo y balbuceando. Jamás había visto un orco, más que en dibujos de libros que su tutor le había mostrado. No sabía a que tenía que tenerle miedo, había oído hablar de  la ferocidad de sus ataques, su monstruosa forma y su gran número, pero él no tenía miedo, sólo estaba nervioso por probar todo lo que sabía. Detrás de él, los cañones rugían y escupían bolas de fuego, que sobrevolaban por encima de sus cabezas hasta impactar cientos de metros más adelante sobre las filas de los pieles verdes, pero estos no retrocedían. Pronto el murmullo de la horda verde repiqueteaba en el interior de su cabeza, ya estaban aquí. Las espadas entrechocaron contra las rebanadoras, de fondo, los cañones seguían disparando y los lanzapiedraz orcos lanzaban lluvias de guijarros.
Geistschwäche colocó su espada en la posición que le habían enseñado, y miró al frente y vislumbró al enemigo. Frente a él, una bestia un poco más alta que un hombre y de color verde que babeaba le miraba fijamente. El orco se abalanzó y descargó su rebanadora con todas sus fuerzas sobre él. Su espada paró la rebanadora sin ningún esfuerzo. Su fuerza es similar a la mía pensó, acto seguido como guiado por un rayo, sus movimientos fueron rápidos y certeros. El orco se desplomó al suelo burbujeando sangre púrpura a través de la cota de malla. El joven guerrero gritó y se dirigió a por su siguiente víctima. Embistió a otro orco y clavó la espada en donde se suponía tenían estas bestias el estómago. Así continuó sumando muertes a su virginal espada, cortó el brazo de uno, rebanó la cabeza de otro y abrió el pecho a una decena de ellos. A su alrededor cientos de espaderos luchaban por sobrevivir, la carga de los orcos había sido demoledora y muchos cuerpos inertes de ambos bandos se acumulaban a los pies de los combatientes. Minutos después todo se calmó, Geistschwäche miró en rededor, más de la mitad de su destacamento había muerto, y los pocos supervivientes habían perdido la formación. A lo lejos el grueso del ejército seguía aguantando la violenta carga de los pieles verdes.
El descanso duró poco. Ante ellos un enorme bloque de orcos se había detenido. Geistschwäche estudió a sus nuevos contrincantes, estos parecían más grandes que los anteriores, su piel era de un verde oscuro casi negro, todos iban protegidos con gruesas armaduras de metal negro y llevaban un hacha en cada mano. La poca moral que le quedaba al regimiento pareció desvanecerse entre los rugidos de estos orcos negros, los cuales se lanzaron a la carga para exterminar la pobre resistencia humana. Geistschwäche  se preparó para recibir la carga. Su valor pareció imbuir al resto de sus compañeros, los cuales, se colocaron junto a él formando una línea de combate. Segundos después los corpulentos orcos chocaron contra la formación, esta pareció aguantar pero pronto la superior fuerza de estas nuevas bestias, dejó tras de sí cadáveres desmembrados de humanos. Geistschwäche tuvo que esforzarse más para abatir a los orcos negros. No cabía duda alguna de que estos eran superiores a sus semejantes más claros y pequeños. Aún así, su velocidad era superior y aunque tenía que golpear con más fuerza, su espada se alimentó de la sangre negruzca de los orcos negros. A los pocos minutos sólo él quedaba en pie de todo su destacamento. Habían caído más orcos negros de los esperados, aún así, habían demostrado ser superiores a los humanos. Varias decenas de orcos negros rodearon a Geistschwäche, el cual, seguía rebanando vidas con asombrosa facilidad. Los rabiosos orcos centraron toda su atención en aquel guerrero que se empeñaba en no morir. Un error fatal, ya que no se percataron de la llegada de los refuerzos. Una unidad de caballería imperial cargó por el flanco de los orcos negros, sólo en aquella embestida murieron más de veinte orcos empalados por las lanzas de caballería, otros murieron bajo el acero de las espadas y el resto huyó despavorido, creando una reacción en cadena que liberó aquel flanco del campo de batalla de la furia verde. Geistschwäche, a falta de enemigos, se sentó sobre el cuerpo inerte de un orco negro y observó como la imponente unidad de caballería barría todo el campo de batalla, mejorando la moral de los aliados y resquebrajando la del enemigo.
La batalla había terminado en una dulce victoria. Las pérdidas humanas eran más que asequibles en comparación con el gran golpe que habían asestado a los orcos. La mayoría del ejercito piel verde fue masacrado mientras huía y la mayoría de los que habían escapado, se les dio muerte en los días sucesivos.
Cuando el comandante y los capitanes recorrieron el campo de batalla, encontraron a Geistschwäche  sentado sobre el cadáver de un orco, limpiando su espada con un pequeño trapo.
-          ¿Qué hace aquí este crío?- preguntó el comandante Dantex. Nadie supo responderle.
-          Soy el único superviviente de mi unidad, señor- dijo tranquilamente.
-          ¿En serio? Y ¿Cómo has sobrevivido, chico?- preguntó jocoso.
-          Que pregunta, pues matando a todos mis enemigos.-respondió con aburrimiento.

El comandante calló demostrando sorpresa en su rostro. Sonrió y continuó recorriendo el campo de batalla. Algo le dijo a su segundo. Geistschwäche no pudo oírlo. Cansado decidió unirse al resto de los supervivientes. Un pensamiento casi obsesivo le preocupaba. Por qué demonios deseaba que la batalla nunca hubiese terminado.

Continuara....

3 comentarios:

  1. Bieeeeen!
    La miniatura es muy buena, las fotos no le hacen justicia. Y en cuanto al relato, VIVA Von Willebrand!

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  2. Jajajajaja. Mira Silvertongue como me refuerza.

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